El muro de Cráneos

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Colectivo Cuadernos sin Mo(r)ral

enero 15, 2009

AGRESTE LUX




Allá se va el hombre de bronce,
hombre de maíz y de arcilla;
sus pasos se adelgazan en silencio,
su andar le llevará a perderse…


Puedo sentir su llanto humedecer la tierra,
la tierra que hoy aran sus pasos,
sus pasos y no sus manos,
su llanto y no el rocío…


El éxodo del hombre de maíz,
la lozanía de su marcha agreste,
son patria desdeñada,
lirio marchito de ajada hermosura.


Las manos del campesino,
las del artesano y también las del poeta,
todas se toman y cantan con una sola voz,
voz de pueblo herido,
desterrado de su libertad,
despojado de su tierra…


Allá se va el hombre de bronce,
hombre de maíz y de arcilla,
lleva su sonsonete sombrío
entre las muecas de la desesperanza,
lo lleva entre dientes,
como estandarte desgarrado
de una batalla que ya no lucha.
Sin azadón, sin almocafre


Hombre de luz y de sombra,
de tabaco y de caña dulce la sonrisa,
de café y de mezcal la alegría…


Emigrado de la sombra humedecida,
no depongas, no claudiques, hombre,
que la noche es cobijo del enfermo.

Hombre que tienes los sueños en el anafre,
ardiendo entre ascuas incesantes:

Que vendrá el nuevo sol
con nuevos esplendores
a desahuciar al asesino…

Que el amanecer vendrá tarde o temprano
a curarte las heridas, a arrancarte las espinas,
y traerá consigo flores nuevas
y tus manos volverán a su tierra,
y el rocío a las alboradas…

enero 13, 2009

LOS DE ABAJO




Seguimos donde siempre,
en la misma tierra
húmeda, fría, oscura...
seguimos sepultados
bajo el mismo lodo,
entre las mismas culebras,
en el mismo umbral,
padeciendo la misma hambre.

Seguimos donde siempre,
en nuestro sopor insoportable;
seguimos siendo los de siempre,
los de abajo,
los del llanto largo,
los de la noche larga,
los de la mirada triste.

Somos, al fin, los sin-nombre,
los hermanos huérfanos
del jaguar y del coyote,
y como ellos nos refugiamos
en la espesura de la selva,
lloviznando entre las ramas
de nuestra Ceiba sagrada,
sobre las ruinas de nuestro tiempo.

enero 12, 2009

YA NO HAY LUZ PARA NOSOTROS



Ya no hay luz para nosotros,
que nacimos de la tierra,
que vivimos de la noche
y llevamos por bandera
nuestros puños en el aire
agitando nuestra tea;
que no tenemos más armas
que nuestras manos labriegas,
que nuestros brazos desnudos
y nuestra carne morena.

Ya no hay luz para nosotros,
que vagamos en la selva
desvelados y nocturnos
esperando a que amanezca,
con los ojos ya perdidos,
con el cuerpo de madera
y con ramas que ultrajadas
resquebraja nuestra pena.
No hay ocaso ni alborada.
En el cielo no hay hoguera.

Ya no hay luz para nosotros,
que volvemos a la tierra.
Entonando nuestros himnos
nuestros hijos clamorean;
necesitan más palabras,
también esperanzas nuevas;
permítele hablar al cielo,
que te unja la cabeza,
que te enseñe el buen camino
a la casa del poeta.

Ya no hay luz para nosotros,
que perdimos las estrellas
en la altura de los montes;
que perdimos la pelea
y morimos desangrados
en la noche que nos hiela;
y lanzamos nuestro grito
y rezamos por que vuelva
nuestro quinto sol al cielo
e ilumine nuestras Ceibas.

PERO YO SOY MUY POBRE



Perdóneme señor,
pero yo soy muy pobre,
no tengo ya
con qué pagar sus mercancías.
Llegué de la plaza
sin la plata tintineante
de la lágrima,
sin el cascabel dorado
de la risa.

Lo he gastado todo.
¡Todo!
Hice una sola compra,
una sola:
Compré el látigo fulminante
de la injuria.
Debe usted comprender mejor que nadie.
Es necesario tenerlo, guardarlo...

-con sus siete espuelas de hierro
bien afiladas en sus siete puntas-

Es necesario tenerlo, guardarlo,
ponerlo a remojar con sal,
con vinagre hirviente…

Guardo conmigo sólo dos palabras:

Una de humildad,
que será la herencia de mis hijos.

Y otra de consuelo
para este pueblo herido y ultrajado,
despojado de su luz,
de sus estrellas...
Para este pueblo que vive -que muere-
en las profundidades de la noche.


¿La gratitud?
¿Ha dicho usted gratitud?
¡No, señor...!
En esta tierra tan seca
-tan áspera y tan seca-
la gratitud y el amor
han perdido todo su valor,
son fantasmas, recuerdos...

Sólo les poseen los niños
y juegan con ellos
cuando rompen sus fusiles
o quedan calvas sus muñecas.

En esta tierra tan seca
sólo sirve la vanidad:
el oropel y el latón,
porque reverberan,
porque fingen luz.

Pero no a mí.
A mí me sirve la injuria,
la voz de tronco y roca,
la tea y la antorcha
que tímidamente iluminan
el camino de las procesiones
hacia la revolución,
y que agita y atiza el clamoreo.

Me sirve la locura insurrecta,
el sueño de la muerte
(¡La muerte o la libertad!)

Me servirían también la ternura,
la compasión y el entendimiento
que usted me ofrece,
pero yo soy muy pobre,
no tengo ya
con qué pagar sus mercancías.
He vuelto de la plaza
sin la plata tintineante
de la lágrima,
sin el cascabel dorado
de la risa.

Lo he gastado todo.

¡Todo!


... Pero no...

Usted no puede comprenderme,
después de todo es un mercader.

Ahora, si me disculpa:
debo azotar mi látigo
con sus siete espuelas
montando el viento,
contra el tirano ciego
que nos dicta la noche,
que nos impone la sombra,
para hacerlo sangrar,
para gritarle con fuerza
que nos devuelva la luz.

¡Que nos devuelva la luz…!

POBRE POETA POBRE



Pobre poeta pobre
le robaron el trigo de las manos,
le robaron la siesta del camastro,
le robaron la noche de los ojos,
le robaron la tierra de los pasos.

Pobre poeta pobre,
llegaron tres hombres muy formales
a embargarle las palabras,
a desangrarle a su musa,
a desvirgarle a su hija.

Pobre poeta pobre,
ya sin trigo y sin palabras,
sin siesta, ni musa,
sin noche y sin tierra.
Sueña que sueña.

Y en su sueño,
pobre poeta pobre,
no sabe si quiere despertar.
Ignora que no puede
y sueña que no quiere.

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El que dicen que soy...

Mi foto
La Ciudad des-Esperanza, Mexico
Aprendiz de pobre diablo, melómano, coleccionista de manías, mesurado pero conversador, irreverente, soez, en fin... todo un estuche de monerías