Seguimos donde siempre,
en la misma tierra
húmeda, fría, oscura...
seguimos sepultados
bajo el mismo lodo,
entre las mismas culebras,
en el mismo umbral,
padeciendo la misma hambre.
Seguimos donde siempre,
en nuestro sopor insoportable;
seguimos siendo los de siempre,
los de abajo,
los del llanto largo,
los de la noche larga,
los de la mirada triste.
Somos, al fin, los sin-nombre,
los hermanos huérfanos
del jaguar y del coyote,
y como ellos nos refugiamos
en la espesura de la selva,
lloviznando entre las ramas
de nuestra Ceiba sagrada,
sobre las ruinas de nuestro tiempo.
en la misma tierra
húmeda, fría, oscura...
seguimos sepultados
bajo el mismo lodo,
entre las mismas culebras,
en el mismo umbral,
padeciendo la misma hambre.
Seguimos donde siempre,
en nuestro sopor insoportable;
seguimos siendo los de siempre,
los de abajo,
los del llanto largo,
los de la noche larga,
los de la mirada triste.
Somos, al fin, los sin-nombre,
los hermanos huérfanos
del jaguar y del coyote,
y como ellos nos refugiamos
en la espesura de la selva,
lloviznando entre las ramas
de nuestra Ceiba sagrada,
sobre las ruinas de nuestro tiempo.
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