Allá se va el hombre de bronce,
hombre de maíz y de arcilla;
sus pasos se adelgazan en silencio,
su andar le llevará a perderse…
Puedo sentir su llanto humedecer la tierra,
la tierra que hoy aran sus pasos,
sus pasos y no sus manos,
su llanto y no el rocío…
El éxodo del hombre de maíz,
la lozanía de su marcha agreste,
son patria desdeñada,
lirio marchito de ajada hermosura.
Las manos del campesino,
las del artesano y también las del poeta,
todas se toman y cantan con una sola voz,
voz de pueblo herido,
desterrado de su libertad,
despojado de su tierra…
Allá se va el hombre de bronce,
hombre de maíz y de arcilla,
lleva su sonsonete sombrío
entre las muecas de la desesperanza,
lo lleva entre dientes,
como estandarte desgarrado
de una batalla que ya no lucha.
Sin azadón, sin almocafre
Hombre de luz y de sombra,
de tabaco y de caña dulce la sonrisa,
de café y de mezcal la alegría…
Emigrado de la sombra humedecida,
no depongas, no claudiques, hombre,
que la noche es cobijo del enfermo.
Hombre que tienes los sueños en el anafre,
ardiendo entre ascuas incesantes:
Que vendrá el nuevo sol
con nuevos esplendores
a desahuciar al asesino…
Que el amanecer vendrá tarde o temprano
a curarte las heridas, a arrancarte las espinas,
y traerá consigo flores nuevas
y tus manos volverán a su tierra,
y el rocío a las alboradas…
hombre de maíz y de arcilla;
sus pasos se adelgazan en silencio,
su andar le llevará a perderse…
Puedo sentir su llanto humedecer la tierra,
la tierra que hoy aran sus pasos,
sus pasos y no sus manos,
su llanto y no el rocío…
El éxodo del hombre de maíz,
la lozanía de su marcha agreste,
son patria desdeñada,
lirio marchito de ajada hermosura.
Las manos del campesino,
las del artesano y también las del poeta,
todas se toman y cantan con una sola voz,
voz de pueblo herido,
desterrado de su libertad,
despojado de su tierra…
Allá se va el hombre de bronce,
hombre de maíz y de arcilla,
lleva su sonsonete sombrío
entre las muecas de la desesperanza,
lo lleva entre dientes,
como estandarte desgarrado
de una batalla que ya no lucha.
Sin azadón, sin almocafre
Hombre de luz y de sombra,
de tabaco y de caña dulce la sonrisa,
de café y de mezcal la alegría…
Emigrado de la sombra humedecida,
no depongas, no claudiques, hombre,
que la noche es cobijo del enfermo.
Hombre que tienes los sueños en el anafre,
ardiendo entre ascuas incesantes:
Que vendrá el nuevo sol
con nuevos esplendores
a desahuciar al asesino…
Que el amanecer vendrá tarde o temprano
a curarte las heridas, a arrancarte las espinas,
y traerá consigo flores nuevas
y tus manos volverán a su tierra,
y el rocío a las alboradas…
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